Al principio le parecío, despúes dudo, pero al final estuvo seguro: era ella.
Pasó largas tardes de aquellos domingos veraniegos, sentado en la parada, con la esperanza y el anhelo que ella se fijara en él. Solía llegar y subirse, siempre abstraida, cabizbaja.
Aquel domingo de septiembre se decidio. Faltaban dos minutos para que llegara el transporte y la abordo.
-¿Laura? La chica se volvio sorprendida.
-¿Si?
- Soy tu padre.
Ella le miro boquiabierta. Era viejo, canaso, con cayado, mediocre.
No era asi como le recordaba. Se dio prisa en subir al bús y tan siquiera volvio la vista para cerciorarse.
BBCy
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