Cada dia puedo ver como muere la gente. Mutilad@s horriblemente, llen@s de metralla, degollad@s, violad@s, reventad@s, sangrando la vida de hombres, mujeres y culturas. No puedo sino sentirme con quienes lloran su muerte, con quienes sufren su horrendo futuro, con quienes ven venir su fin.
Miles de personas han paseado por el mundo sus gritos contra el sufrimiento, de golpe, con contundencia... ¡muy fuerte!. Cuantas lo hacen en un rincón solas, arropadas por otro superviviente.
He visto gobiernos pedir, mover, buscar, convencer, por salvar a alguien; medio mundo eco de su petición... para solo dos y al tiempo morían doce mas, como por un soplo de plaga medieval... como esa plaga de langosta que va a matar de hambre a varios paises del norte y oeste de Africa.
Una cierta costumbre se esta creando, la de las muertes aceptables, las de los efectos colaterales, las que se justifican con la sospecha, las que carecen de presupuesto, las ideologicamente dudosas o incorrectas.
Alli, donde morir es una alternativa, donde mueren por elección propia, o casi siempre ajena, tienen que aceptar un precio dual para la vida. Un precio para el rico y el precio de la mala suerte... del pobre.
La vida muelle, nos esta volviendo inhumanos, está cara la vida, el puesto de trabajo, las vacaciones, el chalé... "no es mi problema el del ocupado".
No me extraña que los desesperados quieran cobrar el precio del rico; pero no puedo aceptar que quienes tan alto precio tienen a la vida, quienes ven en esas muertes una amenaza para la civilización, no exijan un trato similar para esas vidas de bajo coste.
Una vez dijimos no, digámoslo cada día.
Miles de personas han paseado por el mundo sus gritos contra el sufrimiento, de golpe, con contundencia... ¡muy fuerte!. Cuantas lo hacen en un rincón solas, arropadas por otro superviviente.
He visto gobiernos pedir, mover, buscar, convencer, por salvar a alguien; medio mundo eco de su petición... para solo dos y al tiempo morían doce mas, como por un soplo de plaga medieval... como esa plaga de langosta que va a matar de hambre a varios paises del norte y oeste de Africa.
Una cierta costumbre se esta creando, la de las muertes aceptables, las de los efectos colaterales, las que se justifican con la sospecha, las que carecen de presupuesto, las ideologicamente dudosas o incorrectas.
Alli, donde morir es una alternativa, donde mueren por elección propia, o casi siempre ajena, tienen que aceptar un precio dual para la vida. Un precio para el rico y el precio de la mala suerte... del pobre.
La vida muelle, nos esta volviendo inhumanos, está cara la vida, el puesto de trabajo, las vacaciones, el chalé... "no es mi problema el del ocupado".
No me extraña que los desesperados quieran cobrar el precio del rico; pero no puedo aceptar que quienes tan alto precio tienen a la vida, quienes ven en esas muertes una amenaza para la civilización, no exijan un trato similar para esas vidas de bajo coste.
Una vez dijimos no, digámoslo cada día.
jivago
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